El árbol sefirótico Masónico

La aventura se apoya a lo largo de toda la obra en el árbol sefirótico, que se presenta y se entrega de forma muy original. No se trata de explicar el mundo según una forma mística, sino de demostrar que toda la economía masónica gira en torno al árbol de las sefirot, de forma natural y racional.

El ejercicio es desconcertante por los resultados obtenidos: lo que parece exotérico, incluso esotérico en la masonería, acaba encontrando aquí una explicación clara y distinta. Ya sean las formas masónicas de reconocimiento entre masones, la descripción de los mandiles, los viajes a los diferentes rangos en las logias azules, o los procedimientos iniciáticos, nada se deja al azar, porque todo está perfectamente regulado por el árbol sefirótico masónico. Es una llave que se aprende poco a poco a manejar, y se levanta el velo que cubre misteriosamente la masonería.

Este libro es un diálogo entre el autor y un estudiante que parece un hermano para él. Hará falta mucho VITRIOL, es decir, mucha investigación en el fondo, para saber lo difícil e infinito que es el camino que lleva al principio del conocimiento. Donde el exotérico y el esoterismo son dos caras de un mismo espejo que tendremos que cruzar varias veces en ambas direcciones, para vislumbrar que el misterio no es más que la simple negativa a afrontar la verdad: o sea, que un enorme ego nos impide vernos tal y como somos.

El curioso hecho masónico también encontrará su relato porque muchas pistas se dan con sencillez, como las descripciones de los oficiales cuya función es animar y guiar el trabajo de la logia. No hay nada secreto, al contrario, todo es sorprendentemente sencillo, y esto es lo que intriga. El autor no desconoce nada del mundo masónico, su estudio es libre y directo, no se remite a ningún dogma. Su fe se basa en la idea de que el Hombre es perfectible, lo que exige compartir el Conocimiento con la mayor frecuencia y durante el mayor tiempo posible.

A veces será difícil distinguir al profesor del alumno.

Marie-Perrin Pillot
Gran Inspector Comandante Inquisidor
Grado 31 del REAA

En la vida no existe la casualidad, los acontecimientos se suceden uno tras otro y, como las piezas del rompecabezas, es imposible saber de inmediato para qué van a servir y por qué las recibimos. Si hoy ha decidido leer este libro, es porque ha llegado el momento de descubrir el cuadro en su totalidad. Pero seamos claros, su contenido sólo debe servir de faro a través de la niebla de tu viaje iniciático, tendrá que apropiarte sus pistas de reflexión. Le tocará tomar elemento tras elemento, reflexionar, comprender y trabajar.

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Tendrá que hacer tuya la investigación del hermano Francisco a través de tu trabajo, pero esto sólo podrá ser así después de un largo paso por tu gabinete de reflexión interior, y sólo entonces se convertirá en la herramienta de tu desarrollo masónico. No olvide nunca que, sea cual sea la vía iniciática elegida, nunca será realmente vivida ni adquirida si se basa únicamente en un conocimiento libresco. La recompensa llegará sólo a quien se la merezca. Por supuesto, tomar un libro, de más, un libro muy rico en enseñanzas simbólicas y destilar su contenido creará una ilusión, pero la recompensa final no está ahí. Nada es más maravilloso para el buscador que sentir la emoción en lo más profundo de su ser cuando el clic abre la puerta del símbolo oculto. La iniciación masónica se vive desde adentro, lejos de las luces y los brillos, en una especie de segundo estado de serenidad, plenitud y ligereza.

Para los masones más antiguos, estoy convencido de que, a la luz de la obra de nuestro hermano Francisco, sentirán en lo más profundo de su ser la desagradable sensación de haber vivido una buena parte de su vida masónica en una especie de estrechez de concepciones esotéricas mientras, acechando a la sombra de nuestras certezas, allí, al alcance de la mano, había tesoros que esperaban ser descubiertos. Mi querido Hermano Francisco, en nombre de todas las hermanas y hermanos, agradezco tu contribución al florecimiento de nuestra obediencia, de nuestra Logia, y por haberme abierto los ojos a las maravillas de la iniciación masónica.

Jean-Paul Gruyère
Gran Maestro de la Gran Logia Nacional Mixta
33º grado de la REAA

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